El Islam es una religión realista y práctica, se adapta a lo innato humano y no choca contra él, siendo por eso sus legislaciones válidas para cualquier época y lugar.
Cuando estableció el sistema de divorcio, se basó en las necesidades recíprocas de los cónyuges para salvaguardar la vida matrimonial, haciendo de esta manera la vida humana más feliz. El sistema de divorcio en el Islam se acepta intelectual y lógicamente, además de ser una realidad práctica.
Antes de surgir el Islam en la Península de Arabia, los paganos tenía unas normas de divorcio basadas en el caos. El hombre de entre ellos, podía divorciar y volver a su mujer cuando quería, aunque esto fuera en el tiempo de Iddah.
Después el Islam, legisló normas bien establecidas para el divorcio y cuando estas normas fueron bien cumplidas se distinguió la sociedad musulmana de las demás sociedades con sus fuertes lazos sociales y el perfecto cumplimiento de los mandatos divinos.
En nuestro tiempo actual, vemos a las sociedades cristianas confusas entre los llamamientos de autorizar el divorcio.
En el año 1965, al parlamento italiano se le presentó un proyecto de ley, que solicitaba la autorización del divorcio en Italia; el Papa Pablo VI negó estudiar cualquier proyecto que compete sólo al Vaticano, especialmente si está relacionado con el divorcio.
Sin embargo, los autores del proyecto no han perdido las esperanzas y siguen celebrando reuniones y conferencias declarando que millares de mujeres están separadas de sus maridos por fracaso de la vida matrimonial y que alrededor de medio millón de hombres viven con otras mujeres sin ser sus esposas, además de que trescientos mil niños ¡legítimos nacen como consecuencia de estas relaciones.
Ahora bien, el Islam ha consagrado la vida matrimonial, no hizo de ella una relación efímera, pero al mismo tiempo no la dejó como una cadena perpetua que sólo la muerte puede romper, ya que obligar a los cónyuges a continuar una vida matrimonial infernal, es contraria a los derechos y a las libertades públicas que las leyes reclaman, además de chocar directamente con la legislación divina.
El divorcio en el Islam es una solución y prevención y no una sentencia o sanción, pues Dios lo ha autorizado para evitar los perjuicios de los cónyuges cuando la vida entre ellos llega a ser imposible.
Las sociedades musulmanas, hoy día no enfrentan problemas ante esta cuestión, a pesar que las leyes vigentes en aquellos países no son islámicas.
Los tribunales especializados dan veredictos a los pocos casos que se presentan para el divorcio, sin que esto produzca problemas y crisis igual que ocurre en otros países, Ahora bien, cuando la legislación del Islam se cumpla en la vida de los musulmanes de hoy día, muchos de los problemas matrimoniales que salen a la superficie en los países del mundo islámico desaparecerán, aunque actualmente no llegan a más de 1/50 de los problemas que enfrenta el Occidente.
Es verdad que el Islam ha autorizado el divorcio, pero al mismo tiempo ha desanimado a sus seguidores para que no acudan a él.
«Un beduino vino a consultar a Umar lbn Al-jattaab acerca del divorcio de su mujer, y Umar le dijo:
- No lo hagas.
El beduino le contestó:
- No la amo.
Umar le dijo:
- ¡Desgraciado! ¿Es que tú crees que los hogares no se forman más que de amor? ¿Dónde está, pues, la protección y la custodia?
Todo esto quiere decir que cuando el amor no es la estructura fundamental de un hogar, otras cosas pueden conservarlo y continuarlo, como la protección y custodias recíprocas en los derechos y deberes y el temor de que sea el hombre la causa de destruir un hogar y deshacer una vida.
A pesar de que el Islam ha obstaculizado el camino al divorcio, queda éste como un derecho reservado para los dos cónyuges de manera que ninguna otra persona puede intervenir para ejecutarlo o autorizarlo sin el consentimiento expreso de la pareja o de uno de ellos.
Ante todo, el Islam se ha preocupado por la mujer y el mismo profeta dijo en su último sermón durante la peregrinación de despedida, aconsejando a sus compañeros:
«... Os recomiendo tratar bien a las mujeres...»
Finalmente el divorcio, como última alternativa ante los problemas que sufre un hogar y que se complican día tras día, es mejor que hacer continuar a una familia desunida que puede ser fuente de corrupción para toda la sociedad. |